Revolución semántica
Amor, libertad, amistad… son palabras que han sufrido una fuerte revolución en su interior. Por otro lado, son palabras de auténtica relevancia. Hoy día, no tenemos claro el significado de palabras clave en nuestra vida.
Es evidente que ha habido una revolución semántica. Ya no se juega con los significados de las palabras, se juega con el efecto que estas producen. Ya no hay razonamiento, sino que las palabras se utilizan como herramientas de lucha, al margen de cualquier especulación racional. Hoy día nos llaman fascistas, y ya está echado el juicio y la sentencia, automáticamente, sin ningún razonamiento, un buen grupo de personas, te borran de su apartado de gente “cool”. En este punto podemos traer a colación las palabras del Cardenal Ratzinger: el que los creyentes mantengan los valores de su fe «suele etiquetarse como fundamentalismo»
Este juego de las palabras se utiliza en muchos ámbitos. El del aborto es uno de ellos. Hace años estaba claro que el aborto era acabar con una vida humana, con una persona, hoy día a la palabra aborto se ha llenado de connotaciones positivas para tranquilizar las conciencias de cientos de millones de personas. Conciencias que no podrían estar tranquilas pensando que están acabando con una vida humana. Tanto es así, que nos damos cuenta que el aborto se ha rodeado de conceptos como el de “derechos de la mujer”, “derecho a decidir”, “nadie puede obligar a nadie a ser madre”, esto llega hasta tal punto, que los defensores del aborto no entienden porque los católicos no estamos a favor de esta ley, pues es “buena”, según ellos.
En otro ámbito de cosas cercanas al aborto vemos también está actitud. Me refiero a los embriones humanos. “Hasta hace bien poco, todo el mundo entendía que de la fusión del esperma masculino y del óvulo femenino, resulta una nueva célula. Provisto de un dinamismo y de una finalidad bien determinada, pues de proseguir el embarazo, normalmente, se desarrollará un feto, que será alumbrado al término de la gestación. Mas, como hoy, con las prácticas de fecundación artificial, los científicos quieren jugar a ser dueños y árbitros de la vida humana, y como dar muerte al embrión sería algo científica y socialmente muy duro, se han inventado un nuevo término: pre-embrión” (Abortar, ¿es justo?, ¿es bueno?, Pedro Jesús Lasanta)
Recordemos aquellas palabras del Cardenal Ratzinger en la misa Pro eligendo pontífice: “una dictadura del relativismo que no reconoce nada como absoluto y que deja únicamente al ‘yo’ y sus caprichos como última medida”, ese es el verdadero origen de esta revolución semántica que estamos sufriendo. No hay bien, no hay mal, no hay verdad, ni falsedad, a este modernismo relativista le gusta hablar más de “lo positivo” y de “lo negativo”, y éstos no en función de un absoluto, sino de un “yo”, de un individualismo intrascendental. Las palabras son positivas o negativas según me aporten o me quiten, pero nunca son buenas o malas, verdaderas o falsas, pues eso implica el dirigirnos a una naturaleza, y en último término a un Dios. Ya lo capto muy bien el filósofo alemán, Kant, cuando afirmó, que ya no éramos testigos de lo que pasaba en la naturaleza, sino que, en la edad moderna, nos habíamos convertido en jueces de la misma.
Marcos Vera Pérez
presidente Jóvenes de San José
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