La Virgen de la Revelación
Bruno Cornachiola nace el 9 de mayo de 1913, en Porta Metronia, Roma. Su padre era alcoholico y pasaba temporadas en la cárcel. Su madre lavaba ropa para sostener su familia, pero algunas veces seguía la misma conducta que su esposo.Bruno, con muy poca instrucción académica y religiosa, hizo su Primera Comunión a los 14 años. Su juventud fue muy disipada y formó parte del partido comunista. El 7 de mayo de 1936, contrajo matrimonio con Yolanda Lo Gratto, por la Iglesia católica. Y, a punto de ser padre de su primera hija, abandonó a su esposa para irse a luchar a España en la Guerra civil (1936-1939). En Zaragoza, conoció a un alemán de religión protestante, quien empezó a «instruirle»: le puso en contra de la Virgen, la Eucaristía, los sacerdotes, los religiosos… Llegó a convencerse de tal modo que el Papa era la bestia del Apocalipsis y a tenerle un odio tan grande que, cuando terminó la guerra de España, se dirigió a Roma y, con la intención de matar al Santo Padre, compró un puñal y gravó sobre él: «Muerte al Papa».
Al regresar a su hogar, puso todo su empeño a convencer a su esposa para que se hiciera protestante; pero como ella no cedía, la maltrataba. Tras tantos abusos, Yolanda accedió al cambio de religión, pero antes le hizo prometer que comulgaría con ella los nueve primeros viernes de mes. Cumplida la promesa, ambos se hicieron adventistas.
En abril de 1947, los superiores de la asociación Juventud misionera de Lacio convocaron a todos los líderes a una audiencia pública. Bruno, con sus 34 años, debía intervenir el día 13. Así que el sábado, 12 de abril, buscando un lugar donde los niños pudieran jugar, decidió quedarse en un campo aledaño a la abadía de Tre Fontane, iglesia sobre el lugar donde fue decapitado san Pablo y donde, según la tradición, al caer al suelo rebotó tres veces en el suelo y surgieron tres fuentes. Su esposa se había quedado en casa reponsando ante el inminente nacimiento de su hijo. «Hacía calor y busque un sitio para que jugasen mis hijos y me dejasen escribir apuntes para el discurso del día siguiente, que debía de ser todo contra la Virgen, la cual, según las convicciones de la secta, no era la Madre de Dios, no era la Inmaculada Concepción, no había sido asunta al cielo; era sólo una mujer muy pía, que además de Jesús había tenido otros hijos». Y, sin saber cómo, de repente una Señora con un manto verde y una túnica blanca, «con una voz tan dulce que no tiene igual en este mundo, me dijo: Soy la que está en la Trinidad divina. Soy la Virgen de la Revelación. Tú me has perseguido, ¡ya basta! Entra en el redil santo, corte celestial en la tierra».
Al día siguiente, de madrugada, se fue al lugar de la aparición donde colocó un cartel, cuya primera parte decía así: «Aquí, a los pies de la Virgen de la Revelación, una criatura infeliz ha sido liberada de las penas de una vida pecaminosa, confesó sus pecados, y apagó su sed en este manantial de misericordia»
Hasta 1980, fueron 23 las ocasiones en que la Virgen se apareció a Bruno. Hoy hay en ese lugar un santuario y una congregación de religiosas que difunden la devoción a Nuestra Señora de la Revelación.
Con motivo de los 40 años de la aparición, Bruno escribió una reflexión, en la que expresó: «Es una Madre que habla al alma y, después de cuarenta años, sigue allí esperando para hablarnos. Ella, la silenciosa que guarda y conserva todo en su Inmaculado Corazón, nos habla y nos indica a Jesús, el Verbo del Padre que se ha hecho carne en Ella. Madre silenciosa que habla dentro de nosotros y nos indica el Camino para ir a Jesús Eucarístico, único camino de Paz, de Amor y de Salvación; nos indica la Verdad, doctrina de Redención, que pervive en la Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica; y todo ello para que obtengamos Vida«.
P. Javier Andrés Ferrer, mcr
Han analizado como nuestra Madre Santísima nos revela que hace parte de la Trinidad Santa (Soy la que está en la Trinidad divina.)
Luego debemos tenerla presente al persignarnos: En el nombre del Padre, de la Madre, del Hijo y del Espíritu Santo; como lo expresó S.S. Juan Pablo II en una de sus últimas ceremonias en la cual no podía casi expresarse por su avanzada edad y maltrato de la masonería eclesiástica.
La fecha en la cual SS Juan Pablo II aludió fue: 05/09/2004 en Loreto-Ancona Italia donde en vez de rezar el Angelus en latín lo hizo en italiano por primera vez y en el segundo Gloria proclama la divinidad de María Santísima:
Gloria al Padre, a la Madre, al Hijo y al Espíritu Santo.