Comprender a Cristo desde María
Los dos documentos marianos más importantes del magisterio pontificio de Juan Pablo II, son, sin duda, Redeptoris Mater (1987) y la carta apostólica Rosarium virginis Mariae (2002). Ambos escritos están vertebrados en torno a la misma idea capital: el lugar de María en el misterio de la salvación y sus funciones de mediación en el desarrollo armónico de la vida cristiana. El pontífice habla a toda la cristiandad con un estilo pastoral directo, deseando que todos los hijos de la Iglesia se acerquen, más y más, a María y para sentir su influjo santificador y para vivir con plenitud el misterio de Cristo.
El preclaro pontífice universalmente querido nos ha enseñado a valorar la inmensa riqueza del Rosario, rezándolo con la mayor atención y fervor. En el presente artículo ampliamos algo más lo publicado en el número del mes anterior. ¿Qué desea expresar Juan Pablo II aludiendo a que es preciso «comprender a Cristo desde María»? Jesús es el maestro por excelencia, el revelador y la revelación. No se trata de entender las cosas que él ha enseñado, sino de comprenderle a él mismo.
En esta labor de asimilación identificadora, la Maestra y guía más experta es María. Ella nos sugiere y nos invita suavemente a poner en práctica las enseñanzas de Cristo: Haced cuanto Él os diga (Jn 2,5) Razona así el pontífice: «Recorrer con María las escenas del Rosario es como ir a la escuela de María para leer a Cristo, para penetrar sus secretos, para entender su mensaje».
En nuestra «peregrinación de la fe», María nos acompaña como Guía y Pedagoga incomparable para que nos extraviemos por caminos tortuosos dando pasos equivocados o tal vez zigzagueantes en lugar de seguir la línea recta. Nos interesa sobremanera comprender el misterio de Cristo mirando con los ojos de María el corazón del Salvador. Si la espiritualidad cristiana tiene como característica el deber del discípulo de asemejarse o configurarse, cada vez más plenamente con el Divino Maestro, hemos de anunciar nuestra andadura de las manos de María que nos conducirá con toda seguridad hasta su Divino Hijo infundiéndonos sus mismos sentimientos (Flp 2,5)
Desde María el recorrido será más fácil, breve y expedito. El resultado será siempre positivo y transformante porque está basado en la fiel amistad con Jesús, mediante una vida humilde, paciente, silenciosa y escondida con Cristo en Dios (Col 3,3)
El rico lema de Juan Pablo II «comprender a Cristo desde María» está lleno de sabiduría celestial y se nos muestra como un resumen del Evangelio. Bienaventurado el que amarrándose dulcemente a las manos maternales de María y acompañado por Ella en todo momento, consagra toda su vida a amar y servir fielmente a Jesucristo.
Andrés Molina Prieto, Pbro
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