Benigno Blanco
El pasado día 16 de febrero, entre un entierro y otro y con gripe, me dirigía a Cuenca con el propósito de firmar unos papeles en el obispado de la Vicaría Judicial y asistir a las jornadas de la formación permanente del clero, donde nos iba a dar una conferencia don Benigno Blanco. Nunca había hablado con él, pero tenía ilusión de escucharlo.
Me pareció un hombre sabio, cercano y, sobre todo, que sabe lo que se cuece en el mundo de hoy. Es algo que últimamente ocurre que quien sabe no comunica y quien comunica no sabe. En este caso coincidieron las dos cosas. Este hombre sabe hablar y sabe de lo que habla. Fue una exposición memorable que intentaré transmitirles. Debo explicar que son los apuntes que cogí a vuelapluma pero me parecen de suma utilidad.
Les voy a hablar bien de las cosas buenas, ese es el lema del foro de la familia. Pero, antes de hablar de la familia en sí, quisiera explicarles lo que le pasa a la familia hoy. Porque para hacer familia hacen falta condiciones favorables y hoy día las tenemos mejores que en cualquier otra época anterior dadas las redes asistenciales y de apoyo con que cuenta la familia en campos como la educación de los hijos, la salud, la atención a los ancianos, etc. Podemos educar, cuidar y atender con redes de apoyo públicas y privadas.
Y podemos hacerlo de forma responsable. Así que no hay lugar para el pesimismo. El problema es que muchos NO SABEN en qué consiste ser LO QUE ES UN SER HUMANO. Por ejemplo: Hace siglos, una chica esclava en Esparta sabía lo que tenía que hacer para vivir en paz, esa vida que le había tocado. El contexto social y moral daba un modelo de persona, aunque no tuviera nada que ver con la hija de un patricio romano que, a su vez, también tenía un patrón de mujer.
En nuestro tiempo un chico que nazca en Cuenca recibirá propuestas muy variadas y sufre contradicciones esquizofrénicamente cambiantes de qué hacer en su vida. Recibimos mucha información: “haz esto, no lo hagas…” La cosmovisión cristiana le servirá de raí si alguien se la transmite, pero si la familia no transmite ni el centro escolar tampoco, no tendrá criterio ninguno respecto a qué hacer con su vida.
Nos dividimos en dos grandes grupos. Unos sabemos que en el origen de todo está la razón y el mundo es razonable y podemos conocer lo que existe y para qué. Sabemos ¿qué es un ser humano? Podemos saber qué cosas son objetivamente buenas y qué cosas son objetivamente malas, para ser acorde con la forma de ser de los seres humanos.
Nosotros sabemos lo que es el bien y el mal, podemos saber qué cosas son objetivamente buenas y qué cosas son objetivamente malas, para ser acorde con la forma de ser de los seres humanos. El ser humano sabe que existe el bien y el mal. No lo decide uno mismo. Lo aprende. Si metemos la pata, sabemos que la hemos metido y podemos sacarla. Es importante amar la libertad. Uno es más excelso que sus meteduras de pata. Podemos rectificar. En el proceso de educación (educa todo el que quiere a otro). Nadie es sus errores por muchos que lleve. L a esperanza y la ilusión está siempre incluida en un proceso educativo.
Otros, los del otro lado no saben lo que es la razón porque nadie se lo ha contado. Piensan que el mundo es caótico: no hay naturaleza humana. Los que ven así su vida, no tienen criterio y quieren dar con su vida sentido al mundo, crear el bien que no exista. Es imposible. Sólo pueden ser bondadosos, intentan ser buenos. Los derechos humanos. Teorización de la naturaleza humana. No sabemos por qué los hay. No sabemos lo que significa humano ni derecho.
La sexualidad a uno y otro lado de este muro invisible que nos divide a los hombres de hoy se ve de forma muy distinta. Para nosotros se debe tener en cuenta que la masculinidad y feminidad es algo definitivo definitorio de en la persona. Banalizar la sexualidad es banalizar la persona. Gracias a que somos humanos podemos vivir dos en uno como Dios vive tres en uno. Y podemos generar vida. Se debe cuidar la sexualidad como la persona. Tiene mucho que ver con crear vida. Resguardándola para cuando puede generar vida. El útero materno tiene que sustituirlo el útero familiar, porque el niño es el ser más prematuro; hay que cuidarlo responsablemente.
Los hijos de la Iglesia somos, de hecho, los únicos en el mundo que tenemos razones para defender la familia, porque sólo en la tradición cristiana se mantiene lo que es el sentido de la familia. Cuando todo el mundo era marxista, la Iglesia ya decía que era un error el marxismo. En este tema de la sexualidad y la familia hoy pasa lo mismo.
Desde el otro lado del muro sólo se ve que toqueteando partes del cuerpo se siente placer. Se ve la educación sexual como enseñanza de técnicas para obtener placer. Da lo mismo chico-chica que chico-lámpara de noche. Esa es la teoría de la ideología de género. Se propaga que cada uno construye la dimensión sexual propia a su propio criterio, con las series de televisión, canciones, películas… Por eso mucha gente no se aclara con su sexualidad. Se casa gente en un lado que valora su sexualidad, porque sabe que es una responsabilidad para toda la vida, y de ella se sigue crear vida. Por amor se siente uno responsable para toda la vida. En el otro lado se casa gente que se ha acostumbrado a ver su cuerpo y el de la otra parte como meros instrumentos para el placer propio.
Cuando uno ha tenido muchas relaciones con cualquiera… cuando en el fin de semana se tienen relaciones como se bebe y lo único malo es quedarte embarazada, porque el embarazo agrede mi libertad sexual…. Cuando un chico que ha banalizado su sexualidad ya no sabe qué hacer con ella. Ocurre que tenemos algo parecido a dos cuerpos masturbándose mutuamente.
Quien vive al otro lado del muro vive donde no hay verdad ninguna, porque no creen que alguien pueda arrogarse el derecho a decir lo que debe ser una actitud concreta. Ellos se quieren y quieren que sea para siempre, pero no entienden qué quiere decir nada. No saben de qué se habla. Hay que ir a las raíces. El que no nos entiende no nos puede seguir. Ser bueno es identificar lo bueno como bueno y adherir la voluntad a ese bien concreto. En el otro lado del muro la adhesión a lo bueno es sentimental, cambiante, transitoria. Lo complicado es explicar lo que es evidente, y no lo saben porque nadie se lo ha explicado. No se puede matar un niño sólo porque sea pequeñito. Cuando uno no puede explicar lo evidente tiende a decir: “tú eres tonto”. Hay que ayudar a la gente, hay que formarse bien sobre los dramas morales de nuestra época, que es lo que importa. Si no nos enraizamos en lo que ocurre pedaleamos en el aire. No podemos dar por supuesto nada.
La civilización occidental tiene un gran reto que viene de Atenas: es la confianza en la razón. Es el choque de una civilización con el pluralismo. Diversos dioses, políticas diferentes, costumbres… Ante esta realidad tenemos los la reacción de los sofistas, que dicen que cada uno haga lo que quiera; y Sócrates que dice que por para ser racional debo buscar la verdad.
¿Qué modelo me puede ayudar a ser feliz? Sócrates salía de casa y se ponía a hablar con todo el mundo. Él depuraba la forma de ver las cosas y ayudaba a la gente. Pasaba horas hablando sobre el amor. No puede ser un esfuerzo solitario. El diálogo es fuente de conocimiento. Si no cree en la verdad de las cosas no pueden llegar a la verdad. Por eso digo que tenemos que hablar bien de las cosas buenas, de la libertad, del amor, de la sexualidad y de la vida. Hay que darle a la gente la razón razonada de nuestras convicciones las cosas. No sirve: “porque lo digo yo”.
Cuando la confianza en la razón llega a Roma, se choca con la peor máquina de matar. En una profunda intuición de poder, quieren poner coto a la violencia y aparece el Derecho. Cuando la razón griega fertiliza la política romana aparece Ulpiano: “justicia es dar a cada uno lo suyo”. Cada cosa es de cada uno antes de que yo se lo reconozca. Soy malo si no respeto lo bueno que ya existe. Hay un criterio objetivo para creer lo bueno de la conducta.
Sócrates no sabía el por qué de fiarse de la razón, los romanos no sabían porque había algo bueno. Hay algo bueno porque han sido amados. La tradición griega entronca con la cristiana de forma esencial porque somos racionales. Creemos porque creemos algo, no por qué sentimos algo. El estado de derecho es causado porque el ser humano es digno de ser amado. Fe y razón, justo, natural, en Dios.
Descartes decidió desconfiar, Kant dijo que con la razón no podemos conocer la realidad. Kant busca en el propio interior la verdad. Y no es así. Hay que salir de uno mismo para descubrir la verdad que es existente. Actualmente no se saben defender las convicciones. Está todo por hacer. Hay que empezar de nuevo. Hemos de hacer una reflexión formando desde el principio. Que no le tengan miedo a la verdad y respeten a los demás.
Antes los valores colores estaban tan asentados que las cosas se sabían. Muy especial obligación de formar a nuestros hijos. Los padres no saben hablar de sexo en casa. Ustedes han de ser expertos en sexualidad, porque si no, no sé qué hacen en el confesonario. Hay que enseñar a los niños a respetar su cuerpo y el de los demás. Apagamos la televisión si sale una señora mal vestida o nada vestida porque respetamos su cuerpo.
En internet está toda la maravilla del mundo y toda la porquería. Lo que mancha a un niño mancha a los papás. Es la realidad de la vida. Una niña puede volver a ser virgen moralmente porque se puede rectificar. Y para ello tenemos dos grandes aliados. Los seres humanos no podemos no querer ser felices. Si la gente exhibe lo que lleva en el corazón. Su un cura está alegre los niños querrán ser curas. El matrimonio puede ser una vida y fuente de felicidad. Tienen todos derecho a ver un matrimonio feliz. Vivir juntos y queriéndose es lo más natural. La gente que no cree en ello no lo puede vivir. Cuando nos queremos y amamos entra en juego que somos amables. Cuando uno trata más a una chica, cada vez la quiere más, porque es amable en sí misma. Así puedes expropiar a tu “amable” de la atención debida y se la dedicas a otro amable, pero eso es un error voluntario. Tendríamos que intentar que las familias se hagan amables.
La vida humana es biográfica. Lo que importa es cómo que vamos a morir. Paciencia. Hay que dar todo el carrete posible. No le puedo decir a mi hija, que vive con un chico, cada vez que llama a casa: “Dime, adúltera”. De esta manera lo que hacemos es aislarnos. Hemos de ser leales al amor que les debemos a los demás. Si hay paciencia es fructífera la relación de amor con los demás.
Creo que es importante a la hora de evangelizar saber a quién estamos hablando y qué es lo que están entendiendo. La nueva evangelización incluye una preparación desde los principios y creo que lo aquí transcrito debería explicarse a los jóvenes aunque fuesen a Misa diaria, porque puede ocurrir que lo demos por supuesto y que el bombardeo de información en la sociedad de nuestro tiempo les haya impedido aprenderlo.
P. Antonio María Domenech, mcr
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