Consultorio popular: Sin sentido
¿Se puede vivir sin un sentido último de la vida? Cuando planteo esta pregunta a mis amigos agnósticos, muchos me responden bastante trabajo tienen con los problemas de cada día como para ponerse a pensar en un sentido último y me dicen que los creyentes somos poco prácticos. ¿Qué respondería usted?
Yo creo que no se puede vivir sin encontrar un sentido a la vida. No se puede vivir sin fe. Todos creen en alguna cosa. La reflexión conduce inexorablemente a postular un sentido último sin el cual el sentido carecería de fundamento. Los creyentes consideramos que Dios es el fundamento último de la realidad y del sentido de la misma. Esto no quiere decir que los que se dicen agnósticos e incluso ateos, no vivan la vida con sentido. Si no lo hicieran, enfermarían y morirían. Como demostró bien Víctor Frankl en el origen de muchas depresiones y enfermedades hay que hallas una falta de sentido.
Hay que diferenciar el orden d ela vida y el novel de reflexión. Muchos incrementes postulan que la vida tiene sentido, aceptan un orden ético y moral vinculante, pero no reflexionan lo suficiente como para ver que el sentido que demandan sería imposible sin Dios. El argumento que no tienen tiempo para pensar en un sentido último porque les ocupa y preocupan los problemas parciales es falaz. De hecho, si esperáramos a solucionar todos los problemas d ella vida cotidiana para ponernos a pensar en el sentido último, nunca tendríamos tiempo para ello. Hay que decir, en cambio, que desde una reflexión sobre el sentido último se iluminan todos los problemas cotidianos. Desde la luz de la fe apreciamos el sentido de los actos puntuales que constituyen la vida. ¿Somos poco prácticos los creyentes? Yo creo que todo lo contrario. Desde nuestra fe en el sentido último de la existencia que se encuentra en Dios podemos dar una respuesta a cualquier interrogante que nos plantee la vida cotidiana, aunque a veces esta respuesta no sea luminosa del todo.
Creo que era Hegel quien decía que la mejor práctica es una buena teoría. Y tiene toda la razón. El creyente vive con sentido porque sabe que existe el Sentido -en mayúsculas-. El no creyente va por la vida dando palos de ciego. Postula un sentido inmediato, sin el cual no podría vivir. Cree, pero no sabe por qué cree. Si pensara a fondo se daría cuenta de que negar un sentido último y global a la vida supone privar de sentido a cada acto concreto que constituye la misma. Si al final el resultado es un cero absoluto, lo que procede no tiene consistencia. Los creyentes -al menos en el sentido de un cristianismo auténtico- somos las personas más prácticas y lúcidas que pueden existir, aunque a veces podamos ser incoherentes.
Contesta al consultorio el Rvdo. Dr. Juan Antonio Mateo García. El Dr. Joan Antoni Mateo gestiona una sección muy popular del semanario Cataluña Cristiana: El Consultorio. Es sacerdote de la Diócesis de Urgell en Cataluña donde ejerce su ministerio sacerdotal. Profesor en el Instituto de Teología Espiritual de Barcelona y en el Instituto Santo Tomás de la Fundación Balmesiana de la misma Ciudad.
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