Amor: Solución poderosísima
San Agustín decía “ama y haz lo que quieras”. ¿Qué significa eso? Significa amar a tu prójimo y procurarle, siempre, el máximo bien. Significa que, cuando vayas a corregir a alguien, lo hagas porque le quieres y porque quieres que no vuelva a cometer ese error, y no que utilices la corrección como justificación para demostrar tu superioridad, para desfogarte o, simplemente, para criticar.
Significa que, cuando vayas a beneficiar a alguien, lo hagas porque le quieres y quieres verle bien, verle feliz y verle mejorar, no porque esperas que esa persona te deba un favor o para ascender socialmente. Significa que, cuando vayas a perdona a alguien, le perdones completamente, olvides sus faltas y le recibes fraternalmente, porque estás contento de que volváis a tener una buena relación, no porque quieras quedar bien delante de nadie ni porque consideres que esto pueda serte beneficioso. Considero que, en el trato con los no religiosos, esta máxima es la más convincente y la mejor arma del creyente. Cuando vayas a hablar con alguien que no sigue el mismo credo que tú recuerda siempre hacerlo con interés en esa persona. No es un número más que va a engrosar la estadística que dicta cuantos fieles tiene tu religión, ni un alma más que vayas a salvar para que Dios te recompense. Es una vida humana, dotada de conocimiento, consciencia y voluntad, afecto y sentimientos y racionalidad, y es susceptible a la felicidad y a la tristeza. Es como tú. Y quieres que se salve, quieres que se convierta, quieres que sea feliz. Te interesa su bienestar y su felicidad. Cuando inicies diálogo con él piensa en ello. Piensa en que el esfuerzo que harás lo harás por él. En el trato con él acuérdate de que le amas, y buscas su bienestar. Que no te de vergüenza reconocer sus aciertos, que no te sea doloroso celebrar sus victorias. Y, sobre todo, no lo hagas porque quieras mantenerlo cerca de ti para que se convierta, sino que tienes que hacerlo buscando su comodidad y su satisfacción. Mímale en ese sentido. Pero con moderación, por supuesto. Acuérdate que le amas y que buscas su bien. Por eso no te debe molestar ayudarlo y debes servirle en todo lo que pueda necesitar. Sé un maestro cuando haya que enseñarle, sé firme cuando haga falta, sé un apoyo emocional cuando le haga falta, sé amable con él y haz que esté a gusto y se sienta feliz. Sé la definición de amigo. Piénsalo de forma lógica. Intentas convencerle de que no sigue el camino correcto. ¿Lo harás gritándole e insultando lo que cree, intentando ridiculizarle, intentando hacerle sentir incómodo, haciéndole daño? Lo dudo mucho. Y si así fuera y lo consiguieras ¿estaría bien? ¿Vería bien el Dios del amor al que glorificamos que hayas llevado a su camino de paz y verdad a uno de tus hermanos mediante la fuerza y la violencia? ¿Concedió Dios la libertad al hombre para que éste se la quite a su hermano, sea por el motivo que sea? ¿O preferirá de un pecador una conversión sincera, libre, inducida por el bien que uno de nosotros haya podido transmitir con sus actos y palabras? Absorber es característico de la oscuridad, a la luz se le dio el poder de iluminar. Y no te limites a actuar sólo así con el no-religioso. Recuerda que no solo amas a ese tipo, amas a todo el mundo. Quieres a los vecinos, al cartero, a la quiosquera, a la secretaria de tu oficina, al jefe de tu empresa,… quieres a todo el mundo. Debes actuar como luz para todos. Debes ser amable y respetuoso, cordial y cálido, con todos, sin discriminación. Ama al que te haga mal también, combate su acidez con tu dulzura. Es bien sabido que, al final, el bien siempre triunfa. Si no hicieras eso y actuaras de forma amantísima sólo con el hombre al que quieres convencer para cambiar de hábitos, el no-religioso, solo estarías mintiendo. ¿Y de verdad crees que podrás actuar como luz por fuera si estás podrido por dentro? No podrás ser un buen ejemplo a menos que seas un ejemplo de cristiano amantísimo por dentro, y eso se consigue amando a todo el mundo, sin excepciones. Al principio será duro, pero es cuestión de acostumbrarse y coger el hábito. Aprende a amar y ama, y después haz lo que quieras. Así vivirás derrochando amor, y serás luz y paz para todos, y todos acudirán a ti. Serás vivo testimonio del Dios de amor, y como prueba de tu fidelidad Dios te premiará infinitamente. Solo debes amar de corazón.
Héctor Ignacio Da Ponte Prieto
miembro de Jóvenes de San José
Deja un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?¡Deja tus comentarios!