El Padre Alba y la Virgen María
Les dejamos a continuación algunos pensamientos del Padre Alba sobre la Virgen María. Veremos en todas sus sentencias un profundo amor a la Madre de Dios y Madre nuestra. El amor a la Virgen María llevó al padre Alba a organizar una procesión anual que se sigue realizando en Barcelona el último sábado del mes de mayo. Las calles de la ciudad condal se llenan de cirios encendidos y las calles de Barcelona ven pasar a su Reina. La Virgen María en su advocación de Fátima fue la imagen escogida por nuestro padre para esta procesión.
“¿Somos lo suficiente amadores de María, como para vivir lejos de la modernidad?”
“El mundo de hoy camina a la ruina. No a la ruina que se provoca desde el exterior. No estamos en una guerra de galaxias, si no en una autodestrucción. Nuestra respuesta en medio del mundo que nos ha tocado vivir por Voluntad de Dios ha de ser: Semper María”
“Con María podremos vencer siempre la tentación al pecado. En este mundo del que decía Pío XII, caminaba inconscientemente por derroteros que arrojan al abismo almas y cuerpos, civilizaciones y pueblos, viviremos en gracia: Gracia de María.”
“Ante los poderes mundanos aparentemente invencibles, nuestra esperanza es María. Ella hará que vivamos en pureza, que vivamos un noviazgo modelo, que nuestros matrimonios sean copia del de Nazaret, que haya cosecha de vocaciones para el servicio de Dios. SIEMPRE MARÍA”
“Dios nos ha manifestado claramente su Voluntad. Pudo redimirnos sin María y no quiso. Tampoco quiere salvarnos y santificarnos sin María.”
“Dios creó a María para hacerla Nuestra Madre y santificó a María para hacerla causa de nuestra santificación. Nada podemos sin María. Todo lo podemos en los brazos de María.”
“Toda la vida cristiana pasa por María, como pasa por María el único camino que lleva al Cielo. San Juan de Ávila decía que prefería perder toda la piel a perder la devoción a la Virgen María. Decía Santa Catalina que si una gota del amor de Dios pudiera caer en el infierno, lo convertiría en Cielo, y a todos los demonios los convertiría otra vez en ángeles. El Corazón Inmaculado de María recoge todo el amor de Dios a los hombres. Por eso quien vive en el Corazón de la Virgen María, vive ya en el Cielo y por muy pecador que sea, se transformará en un ángel de santidad y pureza.”
“Las manos de María llevan a Jesús. Me extasío contemplando las manos de María. Llevan al único tesoro que existe de verdad: Jesús. Luego, miro mis manos, vuestras manos ¿cómo han de estar nuestras manos? ¿qué llevan nuestras manos? Se dice peyorativamente: Está mano sobre mano; está con las manos juntas sin hacer nada. Yo no me refiero a este sentido, y os quiero a todos mucho tiempo con las manos juntas ante el Sagrario, en oración. Dios, sin mover sus manos divinas, crea y conserva toda la creación. Vuestras manos juntas en oración, conservan y salvan al mundo, y crean el mundo sublime de la vida de la gracia en unión con Dios. También vuestras manos en cruz, vuestras manos crucificadas, clavadas en la cruz de vuestro deber, de vuestro trabajo, de vuestro sacrificio, de la pureza. Manos como las de Cristo, abiertas en caridad, sujetas por la pureza, el amor, el deber.”
“Ternura en el amor a la Virgen. Dulzura en el amor a la Virgen. Decir de ella como decía San Estanilao, al preguntarle un compañero si amaba la Virgen. Con el rostro encendido respondió: ¡No he de amarla si es mi Madre!”
“Estamos en el reino de María. Ella ha prometido que después de la prueba que ha de purificar el mundo, su Corazón Inmaculado triunfará. El gran santuario de Lourdes, como los grandes santuario de otros lugares, santos, elegidos por la Virgen son el oasis donde reposan las almas a la vista del próximo reino prometido por Nuestra Señora de Fátima.”
“¿Cómo será el Reino de María? Será el Reino de su Divino Hijo. El triunfo del Corazón de Jesús. No puede ser de otra manera. María fue el camino para que viniera a nosotros el Hijo de Dios hecho hombre. María es el camino para que venga a nosotros el reinado social de su Divino Hijo. Será un reino de Verdad y de Vida. Un reino de santidad y de gracia. Un reino de justicia, de amor y como consecuencia de todo, de paz. Abundará la vida sobrenatural y la sumisión a la Iglesia. La misma Iglesia se renovará en el fervor. Reinará la mutua caridad, la muerte de todos los nacionalismos, la desaparición de las pugnas raciales, las divisiones políticas y el poder avasallador del dinero y de la prepotencia económica. La alegría de sentirse cristianos e hijos de la Virgen embargará los corazones y los hombres se verán unidos como hermanos. El ambiente de ese futuro reinado en el que la maternidad volverá a recobrar su nobleza, y las familias desearán engendrar muchos hijos para Dios, se respira ya en Lourdes, anticipo de la ciudad de la nueva cristiandad.”
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