Los siervos de María y la devoción a la Dolorosa
La devoción a la Virgen Dolorosa es anterior en España a la llegada de los siervos de María, pero esta orden religiosa contribuyó enormemente a su difusión. Los siervos de María (servitas) es una orden que nace en Italia en el siglo XIII, y consta de una rama masculina, con frailes, otra femenina con monjas, y una rama de terciarios.
A España llegaron primero las monjas, que fundaron un convento en Valencia, y en 1602 los frailes llegan a España por Cataluña y fundan un convento en Ouart de les Valls. En 1605 fundan otro en Belloch y en 1618 se trasladan al centro de Barcelona tomando el nombre de “El Pie de la Cruz”. Erigieron una capilla con una imagen de la Virgen Dolorosa, la Virgen de Belloch, muy venerada y milagrera. Y ya en 1619 se instituyó una cofradía con las indulgencias y privilegios del hábito para los cofrades. Esta cofradía dotaba cada año a dos doncellas para que se casaran, y todos los festivos veneraba los dolores de María. En 1660 cambió el nombre por Cofradía de los Dolores; en 1661 se instituyó la procesión de los Dolores de María el Domingo de Ramos y en 1663 se crea la “Congregación de los Terciarios del Hábito” para los que se construye una capilla el mismo año.
Pronto se crearon nuevas Cofradías y Congregaciones. La segunda nació en Segovia, la tercera en Granada, la cuarta en Gerona… Mucha es la devoción que estas tierras han tenido siempre a María, y al amparo de los servitas florecieron las cofradías en honor de los dolores de la Virgen. Hoy hay en España muchísimas. Algunas de las primeras, como la de Barcelona o la de Granada, ya no existen. Pero hay muchísimas más en todo el territorio nacional, que conservan su espiritualidad, sacrificio, apostolado y caridad que marcó su nacimiento en el siglo XVII. Las cofradías realizan una ingente labor evangelizadora, de piedad y apostolado, y también de obras de misericordia. Sería muy largo estudiar cada una. Sólo explicaremos, a modo de ejemplo, cual fue el espíritu de la primera fundada en Barcelona
Narra Fray Francisco que la congregación se dividía en hombres y mujeres. Los hombres se reunían cada viernes en la capilla de la congregación. Dirigidos por el Padre Corrector, meditaban media hora un punto de meditación según la dominica, seguía otra media hora de plática espiritual, luego se rezaba un Pater Noster y un Ave María por cada dolor de la Virgen, seguía un cuarto de hora de disciplina o penitencia según la disposición de cada cual (a oscuras), se proponía seguidamente la meditación para la semana, se hacían tres adoraciones a la Virgen y acababa con la bendición final. Los hombres comulgaban los terceros domingos de cada mes. Las mujeres se reunían en la misma capilla la última fiesta de cada mes, comulgaban y hacían el mismo ejercicio que los varones, salvo las disciplinas.
Todos los congregantes, varones y mujeres, visitaban a los enfermos del hospital por turnos, y a los presos de la cárcel. En 1663 había 160 terciarios de todos los estamentos sociales.
Según relata Fray Francisco Epifanio Cedo osm, fraile servita que instituyó la procesión de Barcelona así como la Congregación de Terciarios, la Procesión la abría un centurión con algunos soldados armados, a memoria de los que Pilatos encomendó la guarda del Santo Sepulcro; seguía un pendón negro con un corazón y espadas de plata, que portaban los mancebos cirujanos; detrás la cruz de improperios que portaban los olleros; el primer dolor (Presentación en el Templo) que portaban los herreros; segundo dolor (huida a Egipto) que portaban los hortelanos; Tercer dolor (Jesús perdido en Jerusalén) que portaban los sogueros; Cuarto dolor (Jesús con la cruz a cuestas) que portaban los tejedores; Quinto dolor (Jesús crucificado) que portaban los cardadores de paños; Sexto dolor (la Virgen con su Hijo muerto) que portaban los cordoneros; Séptimo dolor (el sepulcro). Seguía la comunidad de los religiosos cantando el Stabat Mater, detrás un gonfalón con la imagen de la Virgen, llevado por niños de 8 a 12 años y al final la Virgen Dolorosa con las siete espadas en el pecho, llevada bajo baldaquino por los Terciarios congregantes. Fray Francisco precisa que asistían más de 1200 personas, y que la procesión suponía un dispendio de mil escudos, sin que el Convento de frailes servitas tuviera que gastar ni uno.
María Pilar Frigola Carrera
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