Carta mes de mayo de 2015
Estimados Hijos e Hijas de San José:
En primer lugar quiero dar la bienvenida a las más de cien personas que se consagraron como Hijos de San José en la última consagración realizada en la parroquia de San Sebastián de Pomar en Badalona.
En esta carta de hoy, queridos hijos e hijas de San José os quiero hablar de la adoración al Santísimo Sacramento del altar, que es de una importancia vital para nuestras almas. En el sacramento del altar, en la eucaristía, nos encontramos, bajo la especie de pan, al mismo Cristo. Pero además en el Sacramento nos encontramos a Santa María, y a San José. Permitidme que me explique.
Naturalmente que bajo la especie del pan sacramentado sólo está Cristo, pero la escritura nos enseña que donde está tu tesoro, allí está tu corazón (Mateo 6, 21) y el tesoro de la Virgen Madre y de San José es Cristo, por tanto el corazón de María y José están en Cristo, y éste en el sacramento, por tanto podemos decir, en un sentido espiritual, que la custodia o el sagrario son como un pequeño portal de Belén donde la Sagrada Familia continua esperando a los adoradores para que se acerquen donde la estrella de la fe les lleva. Sólo tenemos que seguir, como aquellos Magos de Oriente, la estrella que lleva a Cristo, y esa estrella es la Iglesia, es la fe en Cristo.
El Beato Papa Pablo VI nos en enseña que la liturgia es el corazón y la cumbre de la Iglesia. ¿Qué es la liturgia? La liturgia es la obra de Dios, es la vida de la Iglesia, es el servicio del hombre a Dios, que se efectúa a través de los sacramentos, y en la cumbre más alta de la liturgia, que es el cielo en la tierra, se encuentra la Santa Misa, el sacramento de la eucaristía. Si supiéramos lo que realmente sucede en la Santa Misa no nos perderíamos nunca ninguna, iríamos a misa cada día. La Santa Misa lo es todo. La Santa Misa es el centro del mundo. En la misa se hace presente bajo la especie del pan y del vino el mismo Cristo real y verdaderamente. No es un símbolo, no es una mera creencia de unos iluminados, sino que es una realidad, Cristo se hace presente en la Santa Misa, bajo la especie de pan y de vino, y podemos decir que Cristo real y verdaderamente está en el sacramento. Es por ello que San Juan Mª Vianney, el cura de Ars nos decía: “Cada Santa Misa tiene un valor infinito, inmenso, que nosotros no podemos comprender del todo: alegra a toda la corte celestial, alivia a las pobres almas del purgatorio, atrae sobre la tierra toda suerte de bendiciones, y da más gloria a Dios que todos los sufrimientos de los mártires juntos, que las penitencias de todos los santos, que todas las lágrimas por ellos derramadas desde el principio del mundo y todo lo que hagan hasta el fin de los siglos.”
La Iglesia nos llama a la Nueva Evangelización. El pueblo cristiano llevó a cabo una primera evangelización, donde multitud de pueblos se acercaron a la fe en Cristo transmitida en su Iglesia, pero la actuación del maligno ha sido muy perversa, y todos aquellas gentes y pueblos que antes dieron tanta gloria a Dios se han alejado totalmente, además todavía hay pueblos que no han recibido el mensaje de salvación de Cristo, para remediar esto los últimos papas, hablando en nombre de Cristo y de la Iglesia, han suscitado en los corazones de los hombre la misión de llevar a cabo una nueva evangelización. El término Nueva Evangelización nos puede causar confusión al pensar que se trata de hacer cosas nuevas, que la forma de evangelizar de antaño ha pasado de moda y ya no es efectiva y hay que evangelizar de forma diferente. Naturalmente que el fervor tiene que ser nuevo, y también los métodos, pero el fin ha de ser siempre el mismo: Cristo.
Para llevar a cabo una Nueva Evangelización, el método más eficaz es empezar y no dejar nunca la oración, y entre todas las oraciones la más perfecta y eficaz es la misa, y la adoración eucarística es como una continuación natural de la Santa Misa. Para que los pueblos vuelvan a Cristo es necesario la adoración al Santísimo Sacramento, para que Cristo sea difundido y proclamado hace falta la adoración al Santísimo, no nos quejemos de que nuestras iglesias están vacías, de que cada vez menos jóvenes creen en Dios, de que la corrupción crece, incluso dentro de la Iglesia, mientras no hagamos oración esta situación no va a cambiar, mientras no pasemos ratos amorosos con Cristo en el Sacramento del Altar no podemos quejarnos de nada, porque Dios mismo nos da la solución a estos problemas: la ADORACIÓN.
¿Y cómo hemos de adorar? Antes os hablaba de la presencia, en un sentido meramente espiritual, de Santa María y San José en el Sacramento del Altar. Ellos son nuestros modelos de adoración. San José varón eucarístico, Santa María mujer eucarística, estos son el camino para vivir con fruto nuestros ratos de adoración. Imaginaos como Santa María y San José estaban en Belén, mirando al niño, hablándole desde lo profundo de su corazón, día y noche, las veinticuatro horas del día, los 365 días del año, José y María contemplan al niño. ¡Qué amor más grande sentiría! Las palabras sobraban porque el Niño mira en el corazón del hombre y sabe lo que éste siente y necesita. Con qué humildad San José cogería en sus brazos al Creador del Mundo, al Dios Omnipotente, al que era y al que es, con que humildad Santa María cuidaría de Jesús, con que humildad le besaría. Con humildad acercaos al altar donde se custodia a Cristo y pasad largos ratos amando al Amado, y Él que ve en lo secreto del corazón os colmará del Amor que vuestro corazón necesita. No es muy importante lo que le vayáis a decir, en ocasiones tendréis muchas cosas que decir, y Él las querrá escuchar, en otras ocasiones no os saldrán palabras, pero Él no las necesita para saber lo que queréis decirle, porque te ama tanto, que sólo con tu mirada ya comprende lo que te pasa, te ama tanto que no se fija en cosas externas, sino que penetra en tu corazón y ya comprende el dolor que te aflige. Solo una cosa, tengáis ganas de hablar o no, id siempre al santísimo con la misma actitud: HUMILDAD, porque la humildad es el campo que Cristo necesita para plantar la semilla del Amor.
Si bien es cierto que ya estamos renovados y llenos de Cristo por el sacramento del bautismo que recibimos por las aguas salvadoras, ahora debemos retirar de nuestra alma todo aquello que impide que la novedad de Cristo en nuestros corazones salga adelante y pueda actuar, hemos de vaciarnos por completo de nuestras cosas, de nuestros defectos para que la obra de Cristo en nuestra alma sea efectiva, si no limpiamos el camino de piedras, Cristo echará una y otra vez su gracia sobre nosotros pero ésta no producirá fruto porque nuestros pecados la asfixiarán. Pero esto no lo podemos lograr nosotros solos, Cristo quiere también retirar esas piedras para que la gracia pueda acabar de transformarnos totalmente, acudamos al Sacramento del Altar para que Cristo nos ayude a quitar las piedras del camino, dejemos obrar a Cristo y no insistamos en llenar de piedras un camino que Cristo día tras día se dedica a limpiar. No hay mejor camino de iniciación cristiana que este, si realmente queremos descubrir la maravilla de nuestro bautismo, si realmente queremos vivir únicamente de la gracia de Dios, la adoración eucarística es la solución.
Insisto una vez más, en decir que este es nuestro principal trabajo, la adoración al Señor en la Eucaristía, la luz que brota del sacramento hará germinar en nosotros la gracia bautismal, para salir por todo el mundo y hacer a todas las gentes discípulos del Cristo. Es necesario también, una vez llenos de la gracia de Dios salir a las calles y predicar en las plazas, en los balcones de los pueblos, en los lugares públicos, aquellos mensajes que Cristo ha venido a traer a la humanidad entera, no podemos quedarnos encerrados en nuestras Iglesias, no podemos reducir la vida eclesiástica al ámbito del templo, es necesario salir a las calles y transmitir la luz que brilla en el interior de cada custodia al mundo.
Sois mensajeros de la Buena Noticia del Evangelio, sois instrumentos de la gracia de Dios, Dios ha encendido en vosotros una luz que no debe apagarse nunca y que debe brillar en todos los ámbitos de nuestra vida, nadie enciende una luz para esconderla, el que enciende una luz lo hace para que los demás puedan ver, por tanto, vosotros que habéis sentido y continuáis sintiendo la intensidad de esa luz que Cristo ha encendido en vuestros corazones tenéis la obligación de salir al mundo e iluminarlos. Cada uno podrá hacer esto desde su situación personal, uno lo hará de una manera y otros lo harán totalmente diferente a la nuestra, pero la luz que ilumine siempre ha de ser la misma. Algunos hijos de San José me dicen, «es que yo estoy muy enfermo, ¿Cómo podré hacer esto?», desde tu situación, siempre desde tu situación, pero en concreto los que sufrís una enfermedad que os reduce la movilidad, que os impide llegar a todos los lugares donde queríais ir a predicar el Evangelio, ofreced vuestros sufrimientos por Amor a Dios, ofrecedlos a Cristo, con esta intención, que los hombres Le conozcan, y no os preocupéis porque ninguno de vuestros sufrimientos cae en saco roto, cada lágrima, cada gota de sudor, cada gota de sangre, es recogida por Dios como la ofrenda más preciosa que le puede hacer un alma. Vosotros los que padecéis más por causa de enfermedad, sois almas muy queridas por todos nosotros, por toda esta familia de los hijos de San José.
Quiero aprovechar estas cartas para daros las gracias por estar en la vanguardia de la evangelización por medio de la adoración. Es importantísimo esto último. El valor del sacrificio, de la penitencia. Para que lo entendáis dejadme decirlo de la siguiente manera. Hay dos tipos de oración: la que se hace con el alma y la que se hace con el cuerpo. La que se hace con el alma es la oración mental, diálogos de amor con quien sabemos que nos ama tanto; y la oración con el cuerpo, es el sacrificio y la penitencia que sube como incienso perfumado hasta lo más alto del altar de Dios. Hay muchas almas que están dispuestas a orar con el alma, pero pocas que estén dispuestas a orar también con el cuerpo.
Quiero acabar estas líneas pidiendo que recéis un padrenuestro por mí para que el Señor me dé cada día un poco más de fe, esperanza y caridad. Que Dios os lo pague. Os llevo a todos en el corazón,
Marcos Vera Pérez
Presidente JSJ-HSJ
AVISOS
El próximo 13 de mayo, miércoles, se inaugurará una capilla de Adoración Perpetua, en la parroquia de San Sebastián de Pomar, Badalona. La entronización será a las 19h., estáis todos invitados, espero que nos podamos ver allí, puesto que será una gran bendición para toda la diócesis de Barcelona.
Me comentan los organizadores de la capilla de adoración perpetua que faltan adoradores para cubrir algunas horas, y es necesario que el que pueda se comprometa con una hora de adoración a la semana, animaos para que esta capilla, desde el primer día pueda funcionar al cien por cien.
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