Nuestra situacion con el Ayuntamiento de Barcelona
Hace cinco años un grupo de amigos decidimos embarcarnos en una aventura, que sin duda, ha cambiado nuestras vidas y las de mucha gente. Esta aventura respondía a la situación que percibíamos a nuestro alrededor, en el corazón mismo de nuestra ciudad, Barcelona: cada vez más personas viviendo en las calles; por debajo del umbral de la pobreza, en situación de exclusión social; desahucios, gente sin trabajo. Esta realidad, que ha ido creciendo y resulta cada vez más insostenible, nos empujó a salir a la calle y poner nuestro granito de arena. Partimos en busca de los más necesitados.
Empezamos pagando nosotros el coste de la patrulla, en la que repartíamos alimentos, productos de limpieza, ropa y sacos de dormir. Quizá en una noche dábamos de comer a veinte o treinta personas, pero esta aventura que podría haberse quedado en una anécdota, fue a más, y decidimos constituirnos como asociación civil, los Jóvenes de San José. A esta aventura se han sumado más de 100 voluntarios; cada día, son más las personas a las que atendemos proporcionándoles comida, facilitándoles cubrir el alquiler, material escolar para los niños, favorecer la ocupación de jóvenes en paro, etc. Las aportaciones necesarias van creciendo y nunca hemos pedido un solo euro a la administración pública. Siempre hemos trabajado haciendo el bien sin ir pregonándolo a diestro y siniestro, procurando que nuestra mano izquierda no sepa lo que hace nuestra derecha.
En estos cinco años, hemos vivido miles de anécdotas en las calles (que por tiempo y espacio es imposible detallar ahora). Lo que sí podemos decir, es que ahí fuera vive gente muy buena, maravillosa, personas extraordinarias. Cada una de con muchos problemas, sin duda, y a pesar de ello, pero con una historia. Una historia que va mucho más allá de la situación presente y que pasa por miles de vivencias, ilusiones de niños, amores de adolescencia y grandes acontecimientos. Y como todos sabemos, una buena historia lo que reclama es un buen oyente; eso es lo que intentamos hacer nosotros. Escucharles cómo se escucha a un amigo es nuestra mayor inquietud. Y, seguramente, nunca hubieran oído hablar de nosotros. Seguiríamos con nuestra labor silenciosa, porque en el silencio también hay mucho de nuestra forma de actuar. Pero ahora molestamos. El Ayuntamiento de Barcelona desea que dejemos nuestra labor en las calles pues, según se nos informó, damos una mala imagen de la ciudad.
En una primera reunión, el Ayuntamiento nos informó de la gran labor social que hacen, que es mucha, sin duda, y la cual agradecemos, pues son muchas las personas a que atienden, gracias indudablemente, a la colaboración de todos. En esta misma reunión, se nos dijo que deberíamos procurar hacer una labor más eficiente. Cosa curiosa, porque en ningún momento se nos pidió que explicáramos la labor que hacíamos y cómo la gestionábamos. Finalmente, nos dio a entender que deberíamos dejar de atender a los indigentes en la calle. Se nos aclaró que hasta el momento el Ayuntamiento no ha tomado medidas al respecto pero, si esta labor continuaba, sí lo harían. No sabemos todavía si se nos multará por socorrer al más necesitado, por el hecho de hacerlo en la calle. No sabemos si constituirá un delito el ofrecer una mano a personas cercanas, si lo hacemos en la vía pública. No sé si las autoridades de orden nos llevaran detenidos por ayudar o si nos disolverán con pelotas de gomas. Sin embargo, lo que sí sabemos es lo que les he dicho: el Ayuntamiento de Barcelona tomará medidas para que no podamos continuar esta labor.
Recientemente, se nos ha vuelto a citar, pero esta vez han cambiado su discurso. Ahora ya no damos mala imagen. El problema es la dignidad de las personas. No es digno darles de comer en la calle. ¿En todas las calles?, pensarán ustedes. Pues no, en todas no, sólo es indigno dar de comer a un indigente en Plaza Catalunya, en las Ramblas, o en Sants… Sin embargo, dar de comer a un indigente que está durmiendo en un cajero no es indigno. Nos ofrecen trabajar con el Ayuntamiento y con Cáritas, pues haríamos nuestra labor más eficaz, y eso es cierto, sin duda, pero, han de entender, que no pueden matar las iniciativas de las personas con el argumento: «Lo que vosotros hacéis, al lado de lo que hacen estos, no es nada, así que mejor no lo hagáis». Cáritas, por ejemplo, en la actualidad está ayudando a cientos de miles de personas solo en España, sin embargo, a finales del siglo XIX, cuando nació en Friburgo no prestaba ayuda ni a una milésima parte de los que ayuda ahora, sin embargo, nadie les cortó las alas y hoy podemos hablar con orgullo de Cáritas. Ni siquiera el durante la ocupación alemana en los años 30 acabó con ella. Sin embargo, hoy a nosotros nos quieren cortar las alas. Recientemente Don Amancio Ortega ha hecho a Cáritas el donativo privado más grande de su historia, 20 millones de euros. Si a Don Amancio no le hubieran dejado volar y se hubiera quedado en las tiendas en las que trabajaba desde los catorce años, hoy el imperio que levantó este hombre no existiría, ni siquiera existirían los 20 millones de euros que donó.
Lo único que pedimos es que nos dejen ayudar como queremos, como sabemos, como entendemos que debemos hacerlo, a nuestro nivel. ¿Es mucho pedir? ¿Es mucho pedir que se nos deje trabajar a nosotros y a otras asociaciones cada una su estilo? Quién sabe si alguna de estas asociaciones son el germen de algo tan grande como Cáritas o, por qué no, mayores. Pedimos respeto para las pequeñas asociaciones. No queremos, porque entendemos que no está bien, que toda la ayuda la centralice un reducido grupo de corporaciones. Tenemos nuestra propia identidad, nuestra forma de ser, déjennos volar a nuestras anchas, pues no estamos cometiendo ningún delito, y que la aventura que empezó ahora hace cinco años, llegue a buen puerto, y siga transformando la vida de muchas más personas, de una manera especial, siga cambiando la vida de los jóvenes. A partir de los trece años, empiezan a venir, y es admirable que jóvenes de estas edades que podrían estar el sábado noche en mil lugares diferentes, toman la opcion de ayudar al otro.
Marcos Vera Pérez
Presidente Jóvenes de San José
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