Sebastián, ¡Dijiste que vendrías!
Quedaban pocos días para mi último curso en el Seminario, los chicos de la tuna San José de Cupertino habían venido al noviciado y por los pasillos se oían los compases de “La Copla del rondador”, magistralmente cantada por un solista al que llamaban Sebas.
Aquella tarde conocía al hermano Sebastián García… era amigo de Fran, de Luis Cruz, de Clarilla, muchachos con los que iba a empezar una gran amistad y muchas cosas que compartir. La última muy triste. Hace un año, desde los pasillos de una casa de Las Pedroñeras (Cuenca) les llamaba por teléfono porque quería ser yo el que les dijese a los tres que nuestro amigo Sebas había muerto en un accidente de tráfico en Chosica (Perú).
Empezaré la historia por el final. 5:30 de la mañana, el teléfono fijo de casa me despertaba de repente. Estaba claro que había pasado algo; tras una breve conversación, el Superior de la Sociedad Misionera de Cristo Rey me pide que vaya a decirle a los padres de Sebastián, que su hijo ha muerto repentinamente. Vivo a veintitrés kilómetros pero no tengo coche, porque está en el taller. Unos buenos amigos me lo dejan, después de despertarles. Hay prisa porque la noticia está en internet y sus padres no saben nada. Lloré, colgué el teléfono y salí hacia allí, después de esperar un poco para no despertar a quien me dejaba el coche tan temprano.
Por fin, a las siete de la mañana presencié cómo a una madre se le rompía el corazón; y casi sin querer, di gracias al Cielo porque mi madre ya no viviría la muerte de ningún hijo.
Después vino el traslado desde Perú, el entierro en el noviciado, al que no pude asistir, por mis Misas en los pueblos, el funeral en su pueblo natal con el Padre Miguel Acosta, superior de la casa de Perú, y también los recuerdos…
El primero y más profundo es el de los viajes a Garabandal. Hemos pasado muchos años la Navidad cerca y el fin de año juntos. Me ayudaba, viajábamos, cantábamos, rezábamos… Pasamos muchas horas charlando de la vocación, de la sociedad, de la Parroquia, de las misiones.
Otro el de las Semanas Santas. ¡Mamá, nos toca con Sebastián! ¡Bien! –decía mi madre- al otro lado del teléfono. La hacía reír mucho y la quería más. Aquellos días de varios años los recordábamos más de Pascua que de dolor, en medio del mucho trabajo. Era muy divertido, con esa alegría que dice el Papa Francisco que hay que tener para hablar de Cristo. Se disfrazaba de vieja o de semáforo en casa, o en un teatro. Alegraba la vida de quien quería y podía estar a su lado. Bromas, chistes, palabras de ánimo, humor del absurdo. Creo que con poca gente se lo puede pasar una persona tan bien en este mundo.
En el Santuario de Tejeda me dijo que quería ser sacerdote. Y el Superior dispuso que antes de ingresar en el noviciado viniera a ayudarme los fines de semana, después de su trabajo en el taller de mecánico electricista en lo que era, como dicen los jóvenes, una máquina.
A los dieciocho meses me preguntaron si sería un buen sacerdote, y si estaba seguro. Por supuesto -les decía a todos. Algunos piensan que el hermano Sebastián cambió… yo creo que no. Sebas fue siempre así. En el seminario menor de Uclés, de la diócesis de Cuenca, en la tuna, en los coros donde estuvo, en Perú. Él fue siempre así. Un muchacho preocupado en hacer felices a los demás y en querer mucho a la Virgen Santísima. El año que nos conocimos tuvo la suerte de visitar muchos santuarios marianos. El Rocío por trabajo, porque lo enviaron a montar la electricidad de una bodega en Almonte, el Pilar en una escapada. Tejeda porque le tocó ayudarme. En fin, que era feliz con la Virgen, donde estuviese. ¡Que Ella lo tenga en la Gloria!
Gracias por todo Sebastián. Quería terminar recordándote que me dijiste que vendrías al pueblo cuando fueras sacerdote. Es verdad que no te ha hecho falta para estar cerca de Dios, la ordenación sacerdotal; pero, ya que no has venido, encomienda al Señor a los jóvenes de mis Parroquias, a los matrimonios, a todos. ¡Acuérdate de mí cuando estés en su Reino!
P. Antonio María Domenech
No se cómo ni porque me dio por leer esta historia y pues aquí me tiene llorando , un poco de tristeza pero también de felicidad sabiendo que el amor de Dios está en nosotros y que cada uno tenemos una misión que cumplir aunque a veces pareciera que dejamos la misión empezada, estoy segura que no porque El tiempo de Dios es perfecto. Dios le bendiga Padre
Hola hace unos años sigo a Tekton..en pandemia me consagre virtualmente a San José..siempre que Marcos habla de este bello apostolado ..pienso que maravilloso sería que acá en mi país existiera ..soy de Colombia ..un municipio llamado Ocaña…si pueden regalarme un número de WhatsApp dónde contactarlos y me cuenten mejor su apostolado..lo agradecería Dios los bendiga a través de la intercesión del glorioso San José.
Hola Teresa,
Muchas gracias. Escríbenos aquí: [email protected]
Dios te bendiga,